BODEGAS TRITIUM - UNA MIRADA AL PASADO
- Mario González.
- 20 abr 2020
- 4 Min. de lectura
Actualizado: 10 sept 2020
Siguiendo con mi inmersión en la D.O.Ca Rioja, mis pasos me llevan a una auténtica maravilla de bodega donde el tiempo parece haberse detenido: Bodegas Tritium. Allí me recibe Francisco, más conocido en Cenicero como "el largo". Me cuenta entre risas que ya lleva 44 vendimias a sus espaldas y, tras un largo silencio, añade que no todos los tiempos pasados fueron fáciles.
Hoy en día alzan la cabeza orgullosos de ser la segunda actividad más recomendada para hacer en La Rioja según el portal Tripadvisor.

"El largo" lleva ya mucha vida recorrida y, a pesar de las dificultades, no pierde la sonrisa ni el brillo en los ojos cuando habla sobre el vino. Abre las puertas de su casa de par en par para todo aquel que quiera disfrutar de una tarde recorriendo su pequeña bodega, sin prisas y sin guiones.
Cuando comenzó en el mundo del vino, Rafael inicialmente vendía la uva a la cooperativa pero después de tres años de problemas decidió dejar de colaborar con ellos y se la comienza a vender a la cercana Marqués de Cáceres hasta que, hace 14 años, se une a Javier y juntos dan vida a Tritium.
Los dos amigos habían encontrado en Cenicero una antigua bodega en ruinas del S. XVI. El tejado estaba ya hundido y apenas se podía imaginar su bonito pasado. Aún así deciden comprarla y comienzan con su restauración respetando su memoria y la esencia de lo que un día fue.
En esta bodega elaboran 4 de sus 10 vinos. Son los vinos más especiales, los de autor, de los que en total salen tan sólo 14.000 botellas (elaboran 180.000 al año). Usan para ello 2 depósitos cuadrados de cemento de 4.000 litros y un tino de roble.

Actualmente cuentan con 8 ha de viñedo muy viejo (de entre 90 y 115 años) que pertenecían ya a sus familias. Nos hablan de lo difícil que es poder competir con grandes bodegas y que, por ello, un altísimo porcentaje de sus vinos terminan en exportación.
Los elaboran con las variedades tempranillo, garnacha, graciano y mazuelo y utilizan barricas de 500 litros que cambian cada 2 años intentando darle protagonismo principalmente a la fruta, algo que puedo confirmar que es así.
Llama la atención ver algunas de las barricas metidas en el hueco donde antiguamente había un tino que no pudieron salvar.
Me encuentro por primera vez una tufera e imagino, con las explicaciones de Francisco, como la usaban para quitar el tufo de la bodega y sin darnos apenas cuenta terminamos dentro de un lagar con capacidad para 23.000 kg de uva y 9 m de profundidad. Lleva 55 años sin usarse. Su limpieza llevaba días y se hacía siempre con agua y antes de su utilización. Así conseguían que la piedra arenisca quedara empapada y luego no chupara vino durante la elaboración. En la parte superior se conservan aún unas hendiduras donde se encajaba una estructura de madera que permitía tapar el lagar evitando accidentes. Durante el tiempo que quedaba en desuso se aprovechaba como almacén hasta la siguiente vendimia.
En un momento del recorrido, Rafael nos para y eleva una pasarela quedando al descubierto unas escaleras que descienden al calado. Un calado lleno de secretos. Allí nos explica como todas las familias que construían calados, al final, usaban terreno fuera de su propiedad. Éste se encuentra en curva precisamente para evitar encontrarse con otro que estaba construido justo al lado. Mirando la parte superior nos señala la bóveda llena de arcos, algunos muy juntos y otros, sin embargo, bastante separados. La diferencia en la distancia entre unos y otros era señal de la situación económica de la familia. Cada año se construía un arco nuevo para ampliar la zona de crianza. Las familias ricas o, en su defecto, en los años de buenas vendimias, se construían unos pegados a otros mientras que las familias más pobres, o en malas vendimias, los construían de forma separada para que se ganara más espacio aún a riesgo de la estabilidad.

Hace 4 años empiezan con el enoturismo sin saber el éxito que tendrían. Su cercanía y su buen hacer les ha alzado a ser, según el portal Tripadvisor, la segunda actividad más recomendada en La Rioja. Con 583 opiniones (543 excelentes) han obtenido el certificado de excelencia de este reconocido portal.

Gracias Francisco y Javier por esa visita al pasado, por ese trato, por ese cariño... por enseñar la bodega con tanto amor y sin prisas. Por enseñarme tanto. Teneis toda mi admiración.
Visitas y Enoturismo.
Su horario de apertura es de Lunes a Domingo y se recomienda solicitar cita previa, bien por teléfono o por e-mail.
Ofrecen tres tipos de visitas:
- Advanced, con una duración de una hora y media y cata de 4 vinos con aperitivo. Precio: 15 euros
- Premium, con una duración de dos horas y cata de 4 vinos varietales directamente de barrica acompañados de un aperitivo. Precio: 39 euros.
Horario de visitas de lunes a domingo 11:00h, 13:00h, 17:30.
- Escapada Tritium en el corazón de La Rioja. Se trata de la visita más completa. Visita al monumento religioso más antiguo de La Rioja: la Basílica de Santa María de los Arcos, visita al viñedo de garnacha de 113 años con pic-nic y cata de vino a pie de viña, posterior visita a la bodega con almuerzo maridado. Duración: aproximadamente 7 horas con un mínimo de 8 personas. Precio: 92 euros.
Aceptan niños en las visitas.
Datos de contacto:
Dirección: Avda de la libertad, 9, 26350 Cenicero (La Rioja)
Teléfono: 629 152 822 - 627 410 801
E-mail: informacion@tritium.es
* No olvides darle a "me gusta" a este post *
* Suscribete para no perderte todo lo que está por venir *
* Sígueme en Instagram = territoriotinto *

Comments